PELIGROS DE LA PSEUDOCIENCIA

La pseudociencia (1) desvirtúa la ciencia al hacerse pasar por disciplina científica; (2) supone un empobrecimiento y un retroceso cultural; (3) en su mayoría se trato de casos de fraude con un propósito deliberado de lucro; (4) juega con la esperanza, el miedo, la incultura o la ingenuidad de la gente; y (5) puede alejar a algunos pacientes de las terapias convencionales para tratar enfermedades graves a cambio de promesas vacías.

Ninguna pseudociencia es inocua. No hay pseudociencia inofensiva, simplemente se puede hablar de riesgos menores y riesgos mayores.

Grado leve de peligrosidad

En todas sus manifestaciones, la pseudociencia provoca una serie de amenazas comunes como son: (a) el hecho de desvirtuar la ciencia; (b) empobrecer la cultura y dificultar la educación; y (c) jugar con los sentimientos, la ingenuidad y la desesperación de los individuos. Esta serie de riesgos, a pesar de ser suficientemente graves, no lo son tanto si los interpretamos como una serie de amenazas a largo plazo que pueden ser prevenidas gracias a la educación o la legislación. Se trata de unos riesgos leves pero constantes, que configuran un caldo de cultivo que facilita la inserción social de nuevos fenómenos pseudocientíficos y normalizan situaciones que favorecen la incultura. 

Grado alto de peligrosidad

Algunas prácticas pseudocientíficas pueden alejar a los pacientes de las terapias convencionales para tratar enfermedades graves a cambio de promesas vacías. El grado de peligrosidad es en este caso es máximo, puesto que incluso puede causar la muerte si provoca que una persona abandone tratamientos científicamente probados para consumir determinadas propuestas fraudulentas. A pesar de ser, en términos estrictamente numéricos, el peligro minoritario causado por la pseudociencia, es sin duda la amenaza real más grave.

Grado medio de peligrosidad

La mayoría de pseudociencias comportan casos de fraude con propósito deliberado de lucro. En estos casos, el usuario hace uso de un servicio o producto, por el que abona una cantidad de dinero, que nunca podrá cumplir de manera real aquello que promete. Aquellas pseudociencias con una imagen social aceptada no parecen caer en la estafa debido justamente a su alto grado de inserción social y de profesionalización. Utilizan los mismos mecanismos y operan en las mismas redes que otros servicios y productos corrientes, y esto genera una confianza automática en el usuario, o cuando menos, no genera una desconfianza automática.

Es útil diferenciar el nivel de estatus social de las pseudociencias cuando se analiza la percepción de fraude económico por parte del público, puesto que existe una relación proporcional: cuando un fenómeno pseudocientífico tiene un estatus social alto, más pequeña es la percepción del público general de que este constituya una estafa. Estas percepciones erróneas facilitan la continuidad de los fraudes económicos a través de la pseudociencia. De todos modos, las percepciones del fraude y el fraude real son dos cosas muy diferentes, y aunque la sociedad pase por alto ciertos negocios, esta permisividad esconde casos reales de actividades que deberían ser consideradas ilegales.

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